sábado , septiembre 21 2024

Cada uno a su manera (o cada loco con su tema)

En los días recientes, José Mourinho ha hecho repicar varias veces el teléfono de Slatan Ibrahimovic.

“Aló, aló, ¿Slatan? ¿Cómo estás? Mira, tengo que hablar contigo”. Medio en italiano, un cuarto en portugués y el otro cuarto en castellano, le explicó que le encantaría tenerlo en el Real Madrid la próxima temporada. Que sus goles hipnotizarían a toda la afición, y que volver a cantar el alirón sería una canción de moda en la capital de España.

“Bueno, José. Hablamos en los próximos días, porque ahora no tengo cabeza sino para el Milan. Vamos a ver si le podemos quitar el título a la Juve”.

¡Ah, caramba!, Mourinho se le insinúa al artillero sueco del equipo italiano. El director técnico le hace proposiciones, le coquetea, abre sus plumas y su copete, como el pavo real cuando anda en busca de la hembra para procrear. Slatan se siente halagado, dueño del destino, porque lo busca el campeón español y uno de los mejores equipos que puedan concebirse.

Y posiblemente para la campaña 2012-2013 veamos a Ibrahimovic vestido de blanco. Mucho dinero habrá de costar, 50, 60 millones de euros por el goleador; pero ante la posible salida del argentino Gonzalo Higuain, el traspaso parece una certeza. Y en el Madrid se sentirá a gusto el alto artillero de nariz pronunciada, después que en el Barcelona le fuera tan mal.

Y todo por un asunto de identificación, de manera de ver la vida. Ibrahimovic llegó a la Ciudad de los Condes con aires de lo que es, un divo con toda la palabra, sin entender que por Cataluña tales poses no cuadran. ¿Usted quiere conocer a Andrés Iniesta? Averigüe en qué colegio estudian sus hijos y lo va a encontrar a la salida de clases. ¿Y también quiere estar cerca de Xavi Hernández? Pregunte dónde vive y entre al bar de la esquina: ahí lo va conseguir, por las tardes, comiéndose una tortilla con algunos amigos.

Para Slatan, lleno de veleidades, estas cosas de hombre común no eran posibles. El sueco creía que un jugador no era humano, que él estaba por encima de las cosas de este mundo, y que eso de llevar a los niños al colegio o de estar en el bar con los panas de siempre, eran cosas olvidadas de sus días lejanos de muchacho. Que él era otra cosa, que podía tocar el cielo con las palmas de sus manos, y que no entendía cómo sus compañeros se reunían con la gente.

Los jugadores del Barsa, en correspondencia con una manera de ser catalana, con un gentilicio irrenunciable, tampoco entendieron las posturas de Ibrahimovic. Él nunca se adaptó, ellos nunca se adaptaron a él. El catalán, hosco y duro, difícil para hacer confianza pero amigo de los amigos, no aceptó al forastero; pero no por extranjero, sino por hombre fuera de contexto. Han llegado Dani Alves, y llegó Javier Mascherano, y muchos otros. Ninguno como Slatan, el hombre que no es de esta dimensión.

Madrid, de más charm, de vedetismo y figuraciones mediáticas que Barcelona, será un buen lugar para él. Tendrá focos de atención, medios incondicionales, cortes de hermosas mujeres a su alrededor. Es un asunto de filosofías, de manera de ver la vida: mientras en el Real Madrid contratan una figura como Slatan, en Barcelona crece un pino. Son puntos de vista opuestos, pero ¿tiene alguno más validez histórica? Cada quién defiende lo suyo, porque si en el Barsa tiene orgullo por la cantera formadora, en Madrid se ufanan del dinero para comprar: no hay figura que se resista, ni siquiera Slatan Ibrahimovic. Cada uno a su manera, cada loco con su tema.

Pero, atención: en Madrid, como en Barcelona, también habrá piedras en el camino. Cuando Ibrahimovic llegue al vestuario, el primer día de partido, ahí se va a encontrar con las autoestimas más encendidas, particularmente con la de Cristiano Ronaldo. No sabemos si entonces a Mourinho le va a pesar haber llevado a las entrañas del equipo, al ego vestido de ego.

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