martes , septiembre 17 2024

Chicago: ráfagas de encanto

Subirse a lo alto de la torre Willis a una caja de cristal, pasear por la orilla del lago, ir al Navy Pier, disfrutar de los museos, de la bicicleta, de una pizza, caer fascinado ante su arquitectura, cualquier cosa es posible en un viaje a esta ciudad con un toque particular

Texto y foto: Hans Graf

Veinticuatro kilómetros en bicicleta con el morral de turista, la gorrita y las ganas de pasear en una ciudad amigable sin preocuparse del tráfico, es una experiencia que pocos imaginan se puede experimentar en los Estados Unidos, acostumbrados como estamos a la imagen del carro portentoso, de la camioneta familiar rodando a todo dar por una excelente autopista. El paseo en bicicleta a orillas del lago Michigan, sinuoso borde que decora Chicago, ofrece la posibilidad de conocer un lado más amable de la ciudad, sin desconectarse de los puntos clásicos como el Navy Pier, uno de los centros turísticos de mayor movimiento durante el verano y otoño.

Detenerse a comer algo, admirar las edificaciones o incluso atreverse a tomar un baño es parte de un viaje lleno de posibilidades. Chicago abre una vacación con tinte europeo en suelo americano.

Llegar en avión, en tren o incluso por autobús es una deleite. Para los más atrevidos tomar el vetusto pero encantador tren de Amtrak desde Nueva York, es una experiencia rica en turismo tradicional, ese que parece a ratos ausente de las agendas de quienes visitan Norteamérica.

Alojarse en hoteles localizados en Michigan Avenue, Ontario, Ohio o Wabash está entre las mejores opciones. No vale la pena alquilar carro, ya que el sistema de autobuses (CTA), que tiene itinerarios monitoreados desde el celular, así como el metro y los taxis, cubren toda la ciudad, son seguros y económicos. Además Chicago es muy amigable para los peatones y siempre existe la posibilidad de la bici en sus más de 160 kilómetros de ciclovías, un orgullo de sus habitantes.

Líneas de encanto eterno

Las creaciones de Frank Lloyd o Mies van der Rohede o edificios como el Hancock Center, Marina City, Tribune Tower, o el Willis Tower, heredero de la fama de Sears Tower, son parte de un paseo obligado por esta metrópoli de líneas finas, de diseños atrevidos y de propuestas que rompen con la tradicional monotonía de algunas ciudades norteamericanas. Es, como reseñan las mayoría de las guías, tratados, reportajes y artículos que de ella hablan, la ciudad hecha museo. Basta tomar una de las tantas embarcaciones en el río -cuyo paseo tiene una duración de entre dos y tres horas- para apreciar la riqueza arquitectónica de la ciudad. Circular por el loop o simplemente apostarse en una de las torres con mirador a contemplar, valen un tarde. Quizá entre abril y octubre es la mejor época, pero, ¿por qué negarse a la experiencia del frío viento?. No en balde se le conoce como Windy City, aunque sus habitantes parecen nunca acostumbrarse a las inclemencias del tiempo.

Otra de esas joyas es la nueva caja de cristal de la Willis Tower, en la cual uno queda suspendido sobre una caja de vidrio que sobresale de la estructura del edificio. El vértigo, que muchos dejan pasar a los pocos segundos, te sacude, pero la increíble estampa es para no olvidarla nunca. Una foto, aunque se paguen 19 dólares, vale la pena.

Otras puntos son el Soldier Field, antiguo estadio edificado a la usanza de los templos griegos, pero que con el auge de la modernización fue remodelado. Ahora parece que un platillo volador hubiese aterrizado en el campo sede de los Osos de Chicago de la NFL. A esta joya se unen las tradicionales edificaciones de los museos o el Shedd Aquarium, recientemente remodelado, o la escultura de la semilla gigante The Bean ubicada en las cercanías del Millenium Park, un área que en verano y otoño tiene intensa actividad con ferias internacionales y conciertos.

Paraíso de la comida y el arte.

La famosa Pizza One de Chicago, inventada en 1943, es uno de los platos obligatorios. ¿Hay que esperar?, sí, pero vale la pena hacerlo en el local original acompañado por una buena cerveza. También las que sirven en Ginos East, un local que tiene firmas hasta en el techo, son de primera. Visitar el barrio griego es otra opción impelable si de buen gusto se trata, o incluso asomarse a las famosas casas de carne Texas du Brasil, donde se disfrutan una variedad de carnes y vinos. Otra opción, el China Town tour, ¡excepcional!.

El arte de la mesa pasa a los museos de ciencia e industria, arte y ciencias naturales, las salas de exhibición como el Art Institute of Chicago o la música, cuya expresión maravillosa se puede encontrar en el Festival de la Música 2011 que se celebra en Septiembre y que sirve como punto de convergencia para múltiples manifestaciones y se lleva a cabo en plazas, teatros y calles de la ciudad.

El Blue Man Group es otra de las referencias de esta ciudad. Hay que ir al Briar Street Theatre para deleitarse con la imaginación y el contenido visual de esta representación de la naturaleza comunicacional del hombre. Estos tres hombres de azul harán volar su imaginación en una ciudad que vive al ritmo de la creatividad e impulsada por un espíritu que contagia a sus visitantes.

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