viernes , septiembre 20 2024

Diez personajes de la oficina

Por Pedro Camacho

10. El gurú del YouTube

Su rol en la oficina es muy sencillo: distraer a todas las personas en ella con videítos acerca de niños bailando breakdance, perros montados en patinetas y las respuestas más absurdas en la historia del Miss Venezuela. Si dedicase sólo 20% del esfuerzo que invierte en buscar estupideces en YouTube en algo relacionado con la oficina, probablemente ya sería el jefe del lugar. Su cubículo se encuentra estratégicamente situado para divisar cuando se acerca algún superior y poder minimizar velozmente la ventana de Internet, dejando al descubierto una tabla de Excel que jamás ha sido alterada en los tres años que lleva trabajando ahí. Su despido es considerado semanalmente antes de que alguien recuerde ese video que mostró de la tigresa del oriente y se olvide toda su situación en medio de risas y carcajadas.

9. Los fumadores

Para ellos, cualquier momento es bueno para salir a contaminarse los pulmones. Por lo general, este grupo varía en cantidad de miembros de acuerdo a la labor que se desempeña. En productoras audiovisuales y agencias de publicidad, suelen ser una mayoría abrumadora que deja la oficina como una ciudad en ruinas cada vez que alguien pregunta: “¿Un cigarrito?”. Un detalle especial es que estos breaks suelen tener una duración desmedida que perdura unos 30 minutos después del momento en que se bota la última colilla. La máxima ironía del mundo laboral es que suelen justificar estos largos lapsos con que necesitaban salir a respirar un poco de aire fresco, un aire fresco gris y apestoso que se les pega encima, peor que una colonia barata.

8. Las chismositas

¿Qué es esa risa que escuchas de fondo al caminar por la oficina? Indudablemente proviene de las chismositas, un grupo de mujeres que considera la oficina una sucursal de esos santuarios del chisme como son la peluquería o las reuniones de bachillerato. Que si la forma como se visten unos, que si a fulano le gusta mengana, que si la escenita borracha de aquel en la fiesta navideña… Caer en las lenguas de esta camada de mujeres es una condena eterna. ¿Exageración? Como ejercicio, propónganse iniciar un rumor falso temprano en la mañana de un día laboral para que vea como, antes de almuerzo, ya se le está devolviendo, cual juego de telefonito, gracias a las chismositas. Como si fuera poco, la tecnología les ha proporcionado un aliado que incluso les ahorra la agotadora labor de tener que levantarse de sus puestos a pescar los rumores frescos del día: el todopoderoso Facebook.

7. El jefe

El ser más odiado, querido, mentado, adulado… Sólo el jefe es capaz de despertar tantos sentimientos encontrados. El encuentro por excelencia ante el jefe es aquel en el que pasa por nuestra oficina, sonreímos, le decimos que todo está bien y luego, apenas está a una distancia prudencial, le mostramos a nuestro colega una imitación infantil del jefe. Dos subespecies:

7.1 El incompetente
Nadie entiende cómo llegó al puesto que tiene aunque abundan las teorías (que es primo de alguien de la junta, que sabe un secreto de alguien importante, que hizo un pacto con el diablo), pero ninguna ligada a su mérito. De él se suele repetir la frase que termina así: “… claro que puedo hacerlo. O sea, si ese bolsa llegó a ser jefe, claro que puedo…”

7.2 El jefe amigo
El jefe que todos quieren tener. Su presencia es impecable, su personalidad es cordial e, incluso, se sabe tu nombre. En algunos casos el jefe amigo suele mutar hacia el jefe confianzúo, que hace chistes obscenos y cuenta detalles íntimos de su familia.

6 El chupamedia


Toda su vida la ha pasado chupándole medias a las autoridades de su vida. Desde los profesores de primaria a los de secundaria, y luego a los de universidad. Desde la persona que le hizo la entrevista hasta la secretaria del jefe. Su primera pregunta al entrar a trabajar no es qué es lo que tiene que hacer, sino qué día cumple años el jefe, cuál es su postre favorito, qué deporte prefiere, cuántos hijos y qué edades tienen, entre otros datos. Uno de los espectáculos más perturbadores, pero al mismo tiempo divertidos en una oficina, es cuando se tienen dos personajes de estos al mismo tiempo. Es como ver dos tipos ansiosos por impresionar a una muchacha que, a pesar de todo, siempre pensará que son dos inútiles.

5 Los fiesteros laborales

Los vemos en dos ocasiones: el día que nos organizan la minifiestita de nuestro cumpleaños en la sala de conferencias de la oficina y los múltiples días en que cumplen otras personas y ellas pasan por nuestros puestos a martillarnos con una contribución para comprar “unas papitas y unos refrescos ahí”. No puedo afirmarlo, pero sospecho que las fiestas “contri” (a contribución, para los menos conocedores) se originaron en una oficina caraqueña. Se podría pensar que son personas que siempre piensan en los demás, pero la verdad es que sus motivaciones son bastante propias: o tienen flojera porque no hacen nada todo el santo día, o hacen mucho y cualquier excusa es buena para pararse a comer tortita.

4. El pasante


Lo bueno: su experiencia será bastante positiva y logrará sacar de ella mucho conocimiento y contactos que perduren. Lo malo: el trabajo es excesivo, la paga es mala (en caso de que haya paga) y jamás será conocido por su nombre (será conocido más bien como “el pasante”). En los casos en que el personaje sea femenino, tendrá que pasar además por la engorrosa tarea de rechazar las citas del grupo de babosos que siempre se vuelven locos cada vez que llega una pasante.

3. El distractor


Familiar cercano del gurú del Youtube, su papel parece ser el de reducir la productividad de la oficina entera. Es como si la empresa lo contratase para hacerles el trabajo más difícil a todos los demás. Por lo general se le ve divagando de cubículo en cubículo echando chistes, hablando de política o, sencillamente, asustando gente o lanzando taquitos de papel, cual niño de primaria. Nadie está muy claro de en qué lugar queda su oficina ni en qué consiste exactamente su trabajo. Es más, si algún día se llegase a descubrir que ni siquiera trabaja en la oficina y sólo era un loco que venía a fastidiar a los demás, no sería una gran sorpresa. También suele tener el don de nunca estar cuando lo estamos buscando. Es como un fantasma que sólo se aparece cuando menos lo queremos.

2. El callado retraído


Si nunca lo has visto, no te preocupes: eres uno de muchos. Por lo general jamás lo han tomado en cuenta, ni para cosas laborales ni para las fiestas de navidad. En más de una ocasión le han preguntado si es nuevo en la oficina, a pesar de que lleva más de 12 años y es uno de los empleados más viejos en el sitio. Su puesto de trabajo queda en una esquinita sin ventana por la que nadie transita nunca. No está de más que pasemos a saludarlo de vez en cuando, para ver si el día que se le termine de soltar la tuerca por sufrir tantos años de indiferencia y entre a la oficina armado, recuerde nuestra cara con simpatía y nos perdone la vida.

1. El mensajero


Diariamente trae alegría de las calles a los pasillos de la oficina. Por lo general es muy colorido, con el casco de su motos en un brazo, un paquete de sobres en la otra y una canción de salsa que va tarareando. Siempre tiende a piropear a todas las mujeres de la oficina, sin discriminar aspecto físico, pero siempre de una manera respetuosa (esto es importante acotarlo, ya que si se encontrasen a la misma mujer en la calle, el mismo piropo sería más obsceno). También, por algún motivo, siempre tienden a tener especial predilección hacia la recepcionista, con la que todos en la oficina sospechan, tiene o ha tenido un romance.

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