sábado , septiembre 14 2024

El libro de la salsa: «Una clase que es tremendo bonche»

El célebre trabajo de César Miguel Rondón cobra vida nuevamente y salta del papel a los espacios abiertos del B.O.D. el 14 y 15 de noviembre. Oscar D´León, El Guajeo, Víctor Cuica, Memo Morales, Canelita Medina, Cheo Navarro y hasta Mariaca Semprún y Héctor Manrique recrearán la historia de la música caribeña en un espectáculo que es todo: conferencia, teatro y concierto. Y fiesta, claro está

Por Oscar Medina – Fotografía: Jorge Pineda

Esta historia empezó así:

—Carajito, hay una gente que va a publicar tu libro

—¿Cuál libro?

—Tu libro, el libro de la salsa ese que has venido escribiendo todo este tiempo

—No, pero si yo…

—No, no. Ya, ya…

César Miguel Rondón estaba en Nueva York y recibió esa llamada de Domingo “El Flaco” Álvarez. Era el empujón que faltaba. Y después llegó lo otro que hacía falta: “Me mandaron cinco mil dólares, que era un dineral. Me quedé loco. Me asusté. Lo primero que hice fue comprar una maquinita eléctrica portátil, dos resmas de papel y empecé a poner en orden todas las cosas”.

En ese momento El Flaco Álvarez era como el padrino de Rondón, el “carajito” que se había ido a vivir a Nueva York en pleno auge de la salsa: “El inventó que yo tenía un libro por dentro y esa fue una manera de obligarme a hacerlo. Entonces, claro, pude establecer un orden, un criterio de cómo hacer el libro y estando en Nueva York tenía a todo el mundo allí. Yo terminé muy, muy involucrado con todo ese boom neoyorquino”.

A esa ciudad había llegado con el trabajo adelantado. Durante su carrera como periodista en Caracas escribía para El Nacional, para Bohemia y también para otra revista hoy desaparecida llamada Swing Latino. Rondón, además, llevaba su investigación previa: “Mi amistad con Rubén Blades viene de Caracas. Allá en Nueva York se afianza, se consolida todo, pero a los bravos, digamos, ya los conocía de estos tiempos. Y allá, claro, se me hizo más fácil terminar de armar todo. Ya había hecho trabajos en Cuba, había recopilado muchas cosas. Tenía las alforjas llenas. Cargaba el libro en la maleta, lo que hacía falta era darle orden en la cabeza y ponerme a escribir”.

El libro de la salsa no podía llamarse de otro modo. Su publicación en 1979 puso el tema en su lugar: nadie había hecho lo que hizo Rondón. Nadie había analizado ese fenómeno musical con la agudeza, la cantidad de datos e información y la aproximación tan clara que tuvo su autor. En ese —y en muchos sentidos- es un volumen fundamental para quien quiera entender la idiosincrasia caribeña expresada a través de un género que entonces vivía sus mejores días: la década de los setenta.

Hoy, tantos años después, Rondón prepara la segunda edición del espectáculo El libro de la salsa, en dos presentaciones -14 y 15 de noviembre- pautadas en los espacios abiertos del centro cultural B.O.D. Y este asunto también tiene su historia: “Yo daba una charla sobre cómo del son se llegó a la salsa. Era una charla que ilustraba con el grupo Mango. A raíz de la publicación de la edición de lujo de El libro de la salsa que hizo Ediciones B hace ya 10 años, volví a hacerla pero con Alfredo Naranjo y el Guajeo. Un buen día, Alfredo se pone de acuerdo con Floralicia Anzola y deciden que tenemos dos fechas en el B.O.D. Con esas dos fechas ocurrió un detalle. Yo decía: en un escenario teatral no puedo dar una charla, eso tiene que ser un espectáculo teatral. Y entonces llamé a Juan Souki y Juan concibió algo monumental, extraordinario, con manejo multimedia y la historia, que era modesta, pasó a ser una historia floreciente. Cuando yo decía “después de la posguerra hubo un movimiento interesantísimo en la ciudad de Nueva York, se dio el matrimonio con el bebop, Jackie Robinson entró en grandes ligas”, todo eso se veía: tu veías a Robinson corriendo, robándose la base y a Chano Pozo dándole la mano a Dizzie Gillespie. En fin, pasó a ser un espectáculo donde decíamos “en México irrumpió el mambo”, entonces veías el cine mexicano y a las bailarinas bailando mambo”.

Esa “ilustración” que hace Naranjo con su banda tiene una particularidad: no son versiones. “Con El Guajeo recreamos los sonidos que crearon esas grandes estrellas de entonces”, señala Naranjo: “Buscamos las sonoridades propias porque así lo exige César Miguel. Cada orquesta tiene su sonido propio y adaptamos a la banda y la instrumentación para lograrlo. Es muy apasionante”.

Rondón completa la idea: “Le pedí a Alfredo que calcara los arreglos originales. Es decir, cuando yo digo Benny Moré y arranca la Mata Siguaraya, es el arreglo de Mariano Mercerón que grabó Benny Moré en México. Aquí no hay versiones. De lo que se trata es de vivir el momento. Pérez Prado suena a Pérez Prado y ahí es donde aplaudo mucho el trabajo que ha hecho Alfredo. Y para esta edición vamos a incorporar cosas que antes no tuvimos. Por ejemplo, Cheo Feliciano pasaba por debajo de la mesa la vez anterior y ahora le vamos a rendir un tributo con Víctor Cuica. Vamos a incorporar también al Gran Combo de Puerto Rico y unos detalles muy bonitos, que serán sorpresa para todos”.

Entren que caben cien

La primera edición de El libro de la salsa como espectáculo fue en noviembre de 2011. Dos citas en la sala de conciertos del mismo B.O.D. con El Guajeo, Guaco y Oscar D? León —con homenaje a Benny Moré y Tito Rodríguez- que se agotaron de inmediato: “Fue una cosa abrumadora”, apunta Rondón. Ahora será algo más grande, aunque sin Guaco: “Lo haremos en los espacios abiertos y calculamos 1.200 personas cada noche”, señala Laura Rodríguez, productora del evento en el que, además de músicos de primera línea como Naranjo, Cuica, El Pollo Brito, José “Cheo” Navarro (Bailatino), Memo Morales, Daniel Somaró, Canelita Medina, entre otros, se incorporan la actriz Mariaca Semprún y el actor y director de teatro Héctor Manrique. Lo de Manrique es una de las sorpresas reservadas, pero la participación de Semprún es clara: “Invitamos esta vez a Mariaca porque ella se apoderó de La Lupe. La Lupe no estuvo en la edición pasada, pero después de esa maravilla que hizo ella teníamos que tenerla”, explica Rondón.

¿Y cómo se logra unir a tanta gente, tantas agendas copadas, en un espectáculo? “Por una parte está el poder de convocatoria de César”, explica Laura Rodríguez: “Pero también el hecho de que muchos de ellos se ven reflejados en el libro y la oportunidad de darle vida hace que quieran participar”.

El libro de la salsa en vivo es un ser extraño, para explicarlo de una buena vez: hay charla, recursos multimedia, caracterizaciones y música en directo. “Es mucho más que un concierto y que un espectáculo teatral, a la larga, porque tiene los dos elementos y eso lo potencia”, puntualiza Rondón: “Es un híbrido que se goza, que se goza mucho. Y suena impecable porque el maestro Germán Landaeta se encarga de hacer que el sonido salga de una manera única”.

“Para el público es como una clase magistral”, señala el director teatral Juan Souki: “Se van abriendo ventanas a la historia de la salsa y cada pedazo del show es una experiencia en sí misma. Es muy interesante la experiencia de meter a un cantante en un proceso de caracterización que nunca había hecho y darte cuenta de que la dimensión de esto es tan grande que estás viendo a un maestro interpretando a otro maestro”. Naranjo sigue la idea: “Es como una clase que también es un tremendo bonche”.

Dado el estado actual del género salsa es inevitable que surja la anticipación de la nostalgia. En su prólogo a la reedición de El libro de la salsa que hiciera Ediciones B, el escritor cubano Leonardo Padura celebra y pondera la importancia del trabajo de Rondón apuntando como acierto el que lo haya asumido “como la crónica de algo viviente”. Y ahora, en 2014, cabe la pregunta: ¿Es una mirada nostálgica?

Rondón lo tiene muy claro: “Es una mirada muy viva porque lo que hago es tratar de echar el cuento de parte de lo que está en el libro, pero en directo. Es muy rico porque según eso Miguel Matamoros no está muerto. Miguel Matamoros sale a la escena. Benny Moré sale a escena. Tito Puente sale a la escena. Y Celia también. No hay nostalgia , hay un tributo. Y no hay nostalgia por una razón muy importante: porque la música y en especial este tipo de música, no da pie a la nostalgia. La música siempre es un presente. Si oyes Quimbara, está en presente. No hay manera posible de que digas, “ay pobrecita Celia”. No. Celia entró y te invadió y te invitó a bailar. Así está concebido el espectáculo. Y es un gran tributo a vivirlo sin melancolía. Por eso es que lo disfrutamos tanto, el público y nosotros”.

Guapea César Miguel

El autor cubano Leonardo Padura escribió que con El libro de la salsa, César Miguel Rondón responde cuatro verdades indiscutibles formuladas como preguntas. Y ahora, en 2014, dicen así -con una quinta- para ponernos al día:

—¿Qué es la salsa?

—En el momento en que me planteo el libro, más de 30 años atrás, es la música del Caribe urbano. En un momento de irrupción muy importante, las barriadas asumieron personalidad para cantarse en grande. Por eso hago el análisis de toda esa ruptura que supuso la década de los años sesenta y eso se refleja en el espectáculo también. Después que la cosa evolucionó no necesariamente como yo había previsto. Pensaba que, por ejemplo, Guaco terminaría siendo parte de la salsa, pero desaparecido el oxígeno que le dio Fania, el paraguas salsero se desbarató mucho, no dio para más. Guaco, afortunadamente es un poder por su propia cuenta. Yo en el libro incluyo al merengue, pensando que era parte de la misma movida y el merengue creció como el enemigo de la salsa. Hoy en día no podrías ni siquiera considerarlo en una misma dimensión. Después vino esta cosa espantosa de la salsa erótica que terminó de aplanar los gustos.

—¿De dónde viene?

—Originalmente del son cubano. Esa es su gran virtud. Es una semilla magnífica porque es inmensa, es muy fértil.

—¿Qué representa la salsa?

—Hoy en día no sé. No estoy seguro. En esa década de los setenta que abarca el libro y los antecedentes, representaba la voz del barrio, sin lugar a dudas.

—¿Por qué existe la salsa?

—Porque ese barrio necesitaba que alguien lo cantase.

—¿Quien canta a ese barrio hoy?

—No lo sé. Es un barrio muy raro. Porque es un barrio que está cambiando mucho. En los setenta era un barrio que iba ascendiendo socialmente, un barrio que iba cada día pisando más sólido dentro de la clase media. De hecho la salsa es también un producto propio de la clase media. Hoy en día, con esta desfiguración que tenemos, no sé qué música tiene ese barrio, porque tampoco sé cuál es ese barrio. Hay un regreso considerable de toda esa clase media, los proletarios que lograron consolidarse ya no son ni siquiera proletarios.

Disfrute de la revista en Issuu

Revisa Tambíen

Guaco presenta ZigZag en plataforma digital

Con más de cinco décadas de éxito sostenido, Guaco sigue siendo sinónimo de movimiento y evolución, es …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *