domingo , septiembre 8 2024

La Bella Madre del Bosque…

Una bella joven que aún no es mujer -ni madre- duerme en un bosque. ¿Qué sueña? ¿Acaso con la transformación, el ciclo de vida-muerte, el eterno femenino o la dualidad de vírgenes madres?

Por José Antonio Sáenz

Soñemos en el bosque

El cuento “infantil” que los Grimm llamaron Dornröschen, y Perrault La Belle au Bois Dormant, recoge leyendas de jovencitas víctimas de maldiciones de muerte trocadas en sueño. El relato alemán pone el acento en el espinoso rosal que aísla a Rosa, en tanto que la versión francesa habla de una urna de cristal. Comienza con el frustrado deseo de los reyes de tener un hijo. Se escucha la “anunciación” augurada por una rana y la reina queda embarazada. De ahí que el cuento exprese tiempos femeninos. La rana canta al agua y la fecundidad, propias de la madre tierra. Nace una niña, arquetipo del eterno retorno y se festeja con hadas -lo femenino primigenio-. Hay trece hadas; los reyes prescinden de una por contar con 12 platos de oro. Ellas evocan los 13 meses lunares, ritmos de mujer y naturaleza: ciclo menstrual regido por los 28 días del mes lunar.

Una maldición que bendice

El hada excluida maldice: ¡Al cumplir 15 años la niña se pinchará con un huso y morirá! Predecir la muerte en el momento de la pubertad, con un instrumento de hilar que penetra y hace sangrar, presagia un rojo manantial brotado desde el fondo del cuerpo, antecesor de la maternidad, anunciada por el heraldo de la sangre. La primera es Kore; la segunda -oculta en el embarazo- será Deméter; la tercera, Hera, se hará leche. La cuarta se atesorará en la menopausia: Hécate.

Otra hechicera cambia la muerte por sueño. La maldición se cumple en la alegoría del sueño, que es defunción latente. La joven dormida prefigura el retraimiento invernal de la madre tierra. El rey grita que se destruyan los husos y las ruecas -símbolos fálicos y uterinos-, pero no servirá. La reina guarda silencio sabio, como el de toda madre.

Un encuentro trascendental acontece en el castillo cuando la quienceañera explora zonas desconocidas de su cuerpo, mente y mundo. Sube a la torre. Una anciana hila con rueca. La púber se ha topado con el enigma de la feminidad. Quien hila en ese locus sagrado es la Anciana Sabia; ella le enseñará a girar la rueca. El huso punza. Brota la sangre: menarquia; revelación del misterio de la maternidad. La joven cae yerta. Renacerá como mujer y madre. Toda niña en el umbral de la adolescencia se paraliza ante el algo que descubre en su cuerpo. Los varones también, porque la infancia debe dormitar tras el pinchazo que aleja la inocencia.

Psikhé, mariposa griega

El sueño de la Bella es un rito de tránsito y entrar a la adolescencia exige “iniciación”. Debe morir el niño y nacer el hombre; expirar la niña para hacerse mujer. Antiguamente se encerraba al adolescente en cabañas boscosas, donde permanecía -como en un útero- hasta resucitar convertido en ser apto para multiplicarse. Mientras Rosa duerme, el principio masculino inicia su camino: el Anciano Sabio lo empuja fuera de la casa paterna tras la libertad y diferenciación. Muchos jóvenes entrarán al bosque en pos de lo prohibido. Sólo el príncipe encontrará a la durmiente dentro de su reino de púas. La psiquis crece y el cuerpo cambia, cual crisálida de Psykhé, la sutil mariposa del espíritu.

La versión alemana llama Rosa a la joven y evoca la transmutación alquímica de pétalos diluyéndose en la noche del tiempo. ¿Y el príncipe? Él sabrá aguardar el tiempo exacto para penetrar al recinto prohibido. No fracasará por exceso de rapidez. El rosal de espinas que le permite entrar al recinto de la Bella, es imago del “novio”. Y el príncipe se hundirá en el lecho del ánima mundi para trocar en madre a la doncella.

El viaje del príncipe es regreso a la rosa original que despierta en el momento preciso -el de Kairós-. Las espinas abren paso a la coniuctio: el mirarse en el “otro” -espejo sexual- camino a la Individuación. Y la Bella regresa desde sus cenizas como la rosa de Paracelso invocada por Borges.

¿Coincidencia en Hollywood?

El despertar de Rosa es la Aurora consurgens, luz nacida de la oscuridad según cantó Hesíodo: el despertar se dará al cumplirse el Tiempo, como se levanta la aurora tras la noche. En la película de Disney, la bella durmiente no se llama Rosa, sino Aurora.

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