lunes , septiembre 16 2024

Los Amigos Invisibles: Contra Viento Y Marea

Por Daniel Centeno M.

En la entrevista telefónica suena un instrumento que parece un cuatro venezolano. Chulius (cantante), Mamel (batería) y Catire (bajo) se sienten descubiertos, y hacen una aclaratoria.

“No, no es un cuatro; es una guitarra… Es que Mamel y yo grabábamos cositas para unos demos, que estamos haciendo para el nuevo disco”, apresura Chulius (CH).

La cita merece explicarse con algunas oraciones cortas: Los Amigos Invisibles es una de las mejores bandas de Latinoamérica. Puede considerarse la de mayor proyección fuera de Venezuela. Su estilo suele ser inclasificable. Desde 1991 había contado con los mismos seis integrantes de siempre. Hasta ahora sus nueve discos mantuvieron el sello inconfundible de sus miembros fundadores. Pero todo cambió. A principios de este año dos de ellos notificaron su partida. Fueron Cheo (guitarra) y Armandito (teclados). Este dúo siempre fue considerado primordial para el sonido del grupo.

“Estamos trabajando bastante en temas nuevos para el disco del año que viene”, prosigue Chulius. “A Catire se le ha soltado la vena de compositor. Todo esto ha sido una cosa bien chévere, porque como sabrás con la salida de Cheo y Armando nos hemos visto en una necesidad, pero que al mismo tiempo ha sido bonita y creativa. Maurimix (percusión) ha estado de vacaciones; entonces, Mamel, Catire y yo empezamos a componer cosas con los nuevos integrantes. Nos hemos metido al estudio, y ya tenemos unas 20 canciones de las cuales 10 nos emocionan mucho”.

—¿No creen que estas bajas en sus filas pueden repercutir en el sonido de la banda?

—Mamel (M.): Definitivamente. Ahora es una banda de cuatro y va a ser distinta. Trataremos de conservar los géneros que hacemos, porque nos sigue gustando el funk y lo latino, lo bailable, el sentido del humor… Obviamente, no está Cheo con la guitarra ni con sus canciones, ni Armando quitándose la camisa en el escenario y violando a su teclado… Una cosa que aprendes en esta carrera es que están los fans, a quienes les duele tanto la noticia como a nosotros mismos. Sin embargo, hemos sentido el apoyo de ellos desde que se fueron estos integrantes. Para nosotros todo ha sido muy raro.

—¿Cómo lo afrontan?

—M.: Afortunadamente tenemos un manager que nos sube la estima, y a mí me ayuda a enfocarme en el hecho de que no hay problema en que seamos cuatro. Sí es cierto que, emocionalmente, te llega un poco que ya no estés con dos miembros con quienes compartiste por tanto tiempo. Pero hay que ver la reacción del público en los conciertos que hemos tenido este año. Por ejemplo, Cheo se fue a principios de 2014 y hemos tocado todo el tiempo sin él. La gente nos ha apoyado. Esa fuerza, que nos dan los panas y nuestro manager, es lo que nos inspira a seguir. Supongo que sí hay una cosa que decir, por lo menos de mi parte: queremos tratar de ser lo más parecido a Los Amigos Invisibles, pero tampoco nos vamos a morir tratando de imitarnos.

Todos aseguran con humildad que el disco que están por sacar del estudio será una sorpresa, no sólo para sus seguidores sino para ellos mismos. La película, en este caso, puede considerarse del mejor suspenso musical. Eso sí, el tono es de optimismo: todos juran que no han dejado de disfrutar con este nuevo proceso de creación. También se adelantan a reconocer en Maurimix al “Messi de la composición de Los Amigos Invisibles”.

—Chulius (CH.): Él fue el autor de “Mentiras”, “La vecina”, “En cuatro”, “Corazón Tatoo”… También nos gusta mucho lo que hemos hecho sin Mauri. A mí, por lo menos, me hace dormir tranquilo saber que nos están quedando bien los nuevos temas. Antes de ver el resultado, sí me inquietaba un poco. Además, los dos músicos que ahora tenemos son de primera.

Es normal escuchar en boca de ellos las expresiones de “nuevos integrantes”, “músicos invitados” o “los nuevos músicos”. Sin embargo, no siempre hay muchas luces sobre ellos. Se trata del guitarrista Daniel Saa y del tecladista Agustín Espina, ambos venezolanos y con carreras en diferentes derroteros. Saa es graduado de música en Berklee y estuvo en el primer grupo de Catire. Espina es un tecladista que ha tocado con casi toda la realeza musical de su país: Yordano, Mermelada Bunch, José Luis Rodríguez, Karina, Frank Quintero, Ilan Chester, Pedro Castillo, Guaco, entre otros.

—M.: Una vez nos dijo un productor chileno que ellos son más Amigos Invisibles que Los Amigos Invisibles. Y eso es porque tienen todo este tiempo escuchándonos y conociendo nuestra música. Por eso creemos que están aportando muchísimo. En el próximo disco seguro que hasta tendrán sus propias composiciones.

—CH.: Nosotros no estamos reservados a que alguien traiga algo nuevo a la banda, porque siempre digo que tú nunca sabes dónde está tu Macarena. ¿Sabes la edad de sus autores y la plata que se metieron cuando la grabaron? Así que uno siempre piensa: “¡dale, síguele componiendo!”.

Desde que se radicaron fuera de Venezuela Los Amigos Invisibles han sido una maquinaria bien engrasada. Se puede decir que en todo el año es muy difícil que tengan un parón. Su estrategia para combatir los estragos de la piratería consiste en armar un calendario de conciertos sin pausa, en donde demuestran que el directo los mantiene vigentes y rentables.

Un buen ejemplo de este trajinar entre amplificadores y teatros alrededor del mundo es el disco que está por salir. Se titulará Acústico, y responde a la modalidad desenchufada que tan buenos dividendos ha traído a artistas de distinto pelambre. El de Los Amigos Invisibles, pese a que fue grabado en un concierto mexicano del año pasado, saldrá a principios de 2015 y ya dio comienzo a una gira temática en donde cada uno de sus éxitos sonarán tan desnudos como diferentes.

—Intriga saber por qué tardaron tanto en mostrarse en este formato.

—M.: Es que es un proyecto que nace de Mauri, porque en realidad no lo teníamos en mente ni de cerca. Tampoco se nos ocurrió el concierto documental que se hizo de nosotros: La casa del ritmo.

—Catire (C.): Sí, en nuestro caso no tiene que ver con un paso pensado por la banda. Fue una idea que nos pareció buena, y Mauri se encargó de producirlo de principio a fin. Fue algo natural y espontáneo. —El grupo se ha arriesgado en más de una ocasión. Llevan rato diseminados por diferentes ciudades. Eso los ha hecho grabar bajo un sistema un tanto extraño: enviándose mp3 por correos electrónicos. Su último trabajo en estudio, Repeat After Me, está cantado en buena parte en inglés. Incluso es raro que en el nuevo video, “Stay”, sólo salga Chulius.

—CH.: Fíjate que ese video lo hicimos con Carl Zitelmann, un director venezolano súper talentoso. Queríamos trabajar con él desde hace rato. Se dio la oportunidad en diciembre del año pasado en nuestro país. Está filmado allí cuando el resto de la banda no se encontraba en el sitio; entonces, se tocó el punto de ver si salíamos todos en el audiovisual o no se hacía el video. Sabes que es imposible conseguir pasajes a Venezuela en esta época del año. También lo es pagarlos para un video.

—¿Por eso la decisión de que apareciera Chulius en el video como representante del grupo?

—CH.: Sí. Por itinerario no había manera de que la banda volara a Venezuela y que saliera en el video. Tampoco Carl podía filmar después. Les expliqué eso a los muchachos, y nadie tuvo problemas en que saliera yo solo. El director me dijo que en la historia del corto yo tenía el papel de ángel de tragedia griega, de esos que salen como contando un drama… Bueno, hay que decir que Mauri estaba en Caracas en esa época, y pensé que el pana podía salir como tocando una conga por ahí. La cosa fue que Mauri se enfermó el día de la filmación, y por eso el resultado final… En el fondo, todo fue un problema de logística, sobre todo en esa Venezuela en la que está tan difícil conseguir pasajes. Te voy a ser sincero: después de que vi el video me dije: “bueno, ¿pa? que salí?” Digo, la historia se contaba igual sin mí, ¿no?

—¿Cómo se ven de 1991 a esta fecha? ¿Siguen siendo los fans irredentos de Jamiroquai?

—C.: Lo que pasa es que el funk ha estado siempre. Ha sido parte de la columna vertebral de la banda. Últimamente cuando me preguntan cuál es el género de Los Amigos Invisibles digo que es el funk caribeño. Eso siempre ha estado, y más con Mauri en la percusión dando ese toque. Yo diría que actualmente Jamiroquai podría seguir siendo una influencia. Lo que pasa es que imagínate la música que hemos escuchado en estos 20 años. Ahorita puede ser que yo no esté oyendo nada de eso, pero a la hora de transformarlo en Los Amigos Invisibles nos sale el funk caribeño y bailable. Es nuestra marca.

—Son más de dos décadas en activo. ¿Cuál ha sido el admirador más raro con el que se han topado en su carrera?

—M.: Yo sé de uno que se ha tatuado casi todas las portadas de los discos de Los Amigos Invisibles en el cuerpo…

—CH.: No vamos a decir el nombre porque es pana, pero es una de las vainas más raras que me ha tocado ver.

—C.: Tiene un pseudónimo: Dr. Funk.

—CH.: Sí, tú puedes estar en Denver y el pana aparece diciéndote: “bueno, es que vi que tocaban y me vine”.

—M.: Creo que una vez se nos apareció en un concierto en Europa.

—¿Y algún fan famoso que nunca pensaron que los escuchara?

—C.: Rubén Blades dijo en una entrevista que Los Amigos Invisibles era una de las bandas que hacía la música más interesante en Latinoamérica. Eso nos impresionó bastante.

—¿Con quién querrían tocar?

—CH.: Para mí, desde Prince hasta Juan Gabriel.

—M.: Marc Anthony o Juan Luis Guerra. Yo alucinaría…

—CH.: Fíjate que acabamos de estrenar un tema con Guaco: “Dímelo”.

—Esa fue una colaboración inesperada en cuanto a estilo. ¿Cuál es la canción más difícil de tocar en vivo que tienen en su repertorio?

—CH.: Para mí es la versión de “Media luna” de Yordano. Está escrita como un poema. No es una canción de las tipo estrofa, coro, estrofa, coro. Es totalmente distinta. Nunca la pude tocar en vivo, porque me pareció muy difícil aprendérmela.

—C.: También puedo decir otra canción que para tocarla hay que ensayarla muchísimo: “Amar es algo más”.

—M.: Estoy totalmente de acuerdo con Catire.

—CH.: Se tocó durante la época de Súper Pop Venezuela. La gente la disfrutó, pero nosotros por dentro andábamos pariendo. No sé cómo la percibió el público desde afuera. Lo cierto fue que la dejamos de tocar. También es verdad que hay salsas como “Esto es lo que hay”, “Óyeme nena” o “Mami, te extraño” que suenan mejor en vivo.

—A esta altura de la entrevista es imposible no notar la complicidad de los cuatro sobrevivientes del barco. ¿Cómo han hecho para durar por más de 20 años de carrera?

—CH.: Creo que todo tiene su explicación en que respetamos el punto de vista artístico, personal y empresarial de los otros. Lo que trato de ver en cada uno de ellos es que, aparte de ser mis hermanos, como quiera son mis socios de un negocio. Respeto sus puntos de vista, respeto sus opiniones y trato de que sea lo mejor para todos. Así de sencillo.

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