jueves , septiembre 19 2024

Mariaca Semprún,Tengo un alter ego caminando por allí

La actriz y cantante de voz aterciopelada saborea el gusto agridulce de la fama obtenida gracias a su papel de “la popular Shirley”, personaje que encarna de lunes a sábado en la telenovela La Mujer Perfecta y que revolotea en la red social Twitter con vida propia. Mientras da vida a esta aspirante a estrella, la artista se prepara para estrenar, en enero de 2011, la obra Un informe sobre la banalidad del amor, en la cual compartirá escenario con el actor Luigi Sciamanna

Por Andreina Monasterio / @justandre — Fotografía: Jorge Pineda

Diligente, sencilla y preocupada por los detalles. Así se muestra Mariaca Semprún minutos antes de la entrevista, cuando ofrece algo de tomar y limpia con premura la mesa jardinera a la cual nos sentamos para conversar. Cuando se está frente a ella, su belleza poco común y sin artilugios conforta e invita a conocer lo que tiene que decir esta actriz y cantante que, si bien no es ninguna novata en el medio artístico, se enfrenta por primera vez al reconocimiento del público con una mezcla de agrado y desconcierto.

Su fama se acrecentó gracias a su interpretación de “la popular Shirley” en la novela estelar de Venevisión, La Mujer Perfecta. Este hilarante personaje la obliga a despojarse de su personalidad reservada para convertirse en una explosión de color e impertinencias con la que viste a una aspirante a modelo y actriz, cuyo único objetivo es ser famosa y dejar una huella “de impacto”.

Más allá de su relación con el escritor Leonardo Padrón, la trayectoria de Mariaca en los escenarios locales es amplia y sólida, por lo que no han hecho falta los detalles de su vida personal para ser reconocida dentro del medio. Se aventuró a trabajar en la televisión luego de demostrar su talento sobre las tablas. Algunos la recuerdan como parte del elenco del dramático de Televen, El Gato Tuerto; otros, como la soñadora Mariví de La Vida Entera (Venevisión); fue una manicurista que buscaba su identidad En harina de otro costal (también del canal de la colina) y ahora se convierte en “la popular Shirley” de La Mujer Perfecta.

Este año volvió a las tablas de la mano de SenosAyuda con la obra Hágase tu voluntad, que se estrenó en 2009 y presenta la historia de tres hermanas que enfrentan el diagnóstico de cáncer de mama de una de ellas. En 2011 presentará, junto a Luigi Sciamanna, la obra Un informe sobre la banalidad del amor, que recreará la relación entre los filósofos Martín Heidegger y Hannah Arendt. Mientras se prepara para su proyecto musical, ha colaborado con diversos artistas en sus discos y no ha parado en la composición de sus temas. Así pues, Mariaca cierra con buen pie 2010 y se prepara para un año de nuevos —y esperados- desafíos.

Talento integral

-Tienes trayectoria tanto en teatro como en televisión. ¿Cuál de los dos escenarios prefieres?

-Son cosas totalmente diferentes, a mí me gustan los dos. Sin embargo, vengo del teatro. Allí me inicié y allí está mi esencia. La televisión vino como consecuencia. Yo estaba un poquito renuente a trabajar en ese medio, pero al final se dio la oportunidad. Es más rentable comercialmente hablando, y debo confesar que me ha gustado a pesar del prejuicio que tenía. Los actores de teatro solemos ser muy prejuiciosos con la televisión, porque en algunos casos la calidad no es la que uno espera. Todo está hecho con tanta velocidad, que de pronto no hay un adecuado proceso de creación del personaje. En Gato Tuerto tuve una pequeña participación, pero mi primera novela de principio a fin fue con Leonardo Padrón en La Vida Entera. Mariví fue un personaje que me permitió viajar por muchas estadías emocionales y explorar, fue un reto. Al final, esa subestimación era falsa. Simplemente es otro medio que tiene otras complejidades diferentes a las del teatro, pero las tiene. Así que le agarré respeto al asunto.

-¿Qué te han dejado los personajes que has interpretado en televisión?

-No sé cómo decirlo. Mi personaje anterior era una muchacha muy melancólica, porque la ruptura de su matrimonio ocurrió empezando la novela. Ella sufrió mucho, y desligarme de ese sufrimiento era difícil. Pasaba toda la tarde grabando una secuencia donde lo que hacía era llorar. Llegaba agotada a la casa. Sin embargo, eso me ayudó a generar ese clic emocional de “bueno, ya entré, estoy mal” a “ya salí, estoy bien”. Fue un entrenamiento bien interesante. También lo del enfrentamiento con el público en la calle y que te reconozcan por primera vez. Para ese momento no estaba acostumbrada, y es gratificante que la gente te diga cosas. Es muy bonito. Tiene su parte dura, y es que están al tanto de tu vida personal, de qué es lo que haces y lo que no. Se te acaba un poco la privacidad, y eso no es algo que me guste mucho. Pero es un aprendizaje que también me ha dejado la televisión: cómo lidiar con eso.

El personaje que estoy haciendo actualmente es muy interesante, porque es el más diferente a mí que he interpretado. Le he tenido un poco de miedo porque no deseo caer en la payasada, sino que quiero que sea un personaje real. Al principio me costó cambiar físicamente, en especial con la vestimenta: soy una persona más reservada, más recatada, y Shirley usa cosas cortas, pantalones muy pegados. Su maquillaje es exagerado y lleva la boca muy roja, al igual que las uñas. Yo nunca las había usado de color. Debo confesar que, de mis experiencias actorales, esta ha sido una de las más importantes. Me ha obligado a irme a otro lado de mí que no había explorado. Hacer un personaje de comedia es un asunto diferente, porque la comedia se hace desde la verdad. Desde que lo estudio ha sido así, pero llevarlo a cabo es otro asunto. Ha resultado ser una catarsis eso de jugar a ser quien no eres realmente, vestirte y disfrazarte, pasarte un switch y que camines diferente, hables diferente y te manejes diferente. Es una experiencia muy chévere y linda. En la calle, el público venezolano agradece que lo hagan reír. La gente adora a los personajes que les roban sonrisas.

-Tu personaje de “la popular Shirley” tiene hasta una cuenta en Twitter (@PopularShirley) que congrega más de 12.000 seguidores. ¿Cuál es el secreto para ganar la simpatía de la gente con un rol tan opuesto a ti?

-Tengo un alter ego por allí caminando todo el día. La idea de abrirle una cuenta en Twitter se me ocurrió desde el principio de la novela, porque si Shirley lo que quiere es ser famosa, tiene que estar pegadísima en las redes sociales, averiguando la vida de todo el mundo y siguiendo a misses, actores y cantantes. Yo me estaba iniciando en eso y decidí experimentar. De hecho, se lo comenté a Leonardo (Padrón) y él pensó que sería maravilloso, pues se acabaría la novela y los personajes seguirían caminando por allí, se tomarían un café, se sacarían una foto en Sabana Grande. Manejar esa cuenta se convirtió en mi hobby fuera de lo que es la televisión y refuerza mucho al personaje. Se me ocurren ideas muy divertidas que escribo allí y aderezan un poquito lo que ya vieron. Me preguntan si realmente soy Shirley o si soy la actriz, entonces juego a que sigan a las dos para que entiendan que somos dos personas diferentes. Es importante que sepan que soy yo quien manejo su cuenta, porque si no hay una desilusión tremenda. A la hora de la novela es cuando más tuiteo. Y mientras ocurren las cosas, yo voy comentando: “oye, qué chimbo lo que me pasó”, y la gente responde “ay sí, pobrecita”. Trato de contestar a casi todo el mundo cuando me escribe, es una locura. Fue un experimento y terminó siendo una cosa muy chévere, porque se creó un personaje interactivo. Si tienes conexión directa con el público, es más fácil saber si lo estás haciendo bien, si vas por buen camino, qué es lo que le gusta a la gente. Si gano más seguidores, es porque algo ocurrió en el capítulo que era bueno, y como actriz me gusta saberlo.

-¿Has encontrado a mucha gente como Shirley en este medio?

-Sí… no sé si en el medio, pero en la vida he conocido a muchas “Shirleys”. Me doy cuenta en el Twitter. Hay muchachas que me dicen “eres igualita a mí”, y yo digo “wow, con qué desparpajo lo dicen” (risas). Muchas se sienten muy identificadas con el personaje y están orgullosas de eso. Me escriben siempre diciéndome que conocen a un personaje que se parece mucho a Shirley, que habla mal o que siempre ha querido ser famosa. Me pasa mucho en el canal con las muchachas que van de público a Sábado Sensacional, ellas se vuelven locas cuando me ven. Sienten que hay un espejo allí. Es un personaje que realmente refleja una parte de esta sociedad, de este país. Está muy bien dibujado. No va de adentro para afuera, sino de afuera para adentro. Va de su outfit y su manera de caminar hacia su interior, donde ves que es una tipa sensible, con un buen corazón.

-¿Te sientes preparada para protagonizar?

-Creo que sí. El trabajo de la protagonista puede ser un trabajo muy complejo, dependiendo del personaje que te toque. Por ejemplo, el de Micaela es bastante complejo de caracterizar, pero Mónica Spear lo ha hecho excelentemente porque es una actriz estupenda. Pero más allá de la dificultad, es la cantidad de trabajo que tiene la protagonista. No descansa, pues está todo el día grabando. Es un rol que requiere de mucha paciencia, mucha entrega. Con Shirley ya me ha tocado experimentar un poquito el nivel de trabajo fuerte. Sí, ha sido un entrenamiento como para protagonizar alguna vez. No es algo que esté planeado, pero ya estoy preparada.

-Hace poco, leí que un programa de radio patrocinaba un concurso que buscaba a un modelo con aptitudes para el baile, el canto, la actuación y la animación. ¿Crees que esto fomenta la formación de artistas integrales o, por el contrario, la banaliza?

-No estoy en desacuerdo con que alguien decida ser actor y cantante, sino en que se subestime la profesión. Si lo vas a hacer, tienes que ser especialista. Uno no puede ser médico si no sabe operar, y hay que tener la misma conciencia en este oficio. Yo sé que hay mucha improvisación en el medio y personas que no saben por qué están aquí, pero es responsabilidad de cada quien seguir preparándose y formándose. No estoy de acuerdo con la improvisación porque siempre he sido de la escuela contraria. Me he preparado desde muy chiquita, cuando estaba en el colegio Emil Friedman. Allí fue que empecé a cantar, y luego estudié canto lírico hacia lo operático. Apoyo la formación por sobre todas las cosas, porque ese es el suelo real de un artista.

-¿Has tenido la oportunidad de hacer teatro fuera del país?

-Sí. Salí de gira con La Duda, una obra que hice con Elba Escobar. Tuve la oportunidad de viajar a Washington y presentar varias funciones en el Teatro de La Luna. He ido a República Dominicana para cantar, al igual que a Miami, Perú y Costa Rica. Como cantante he viajado un poco más.

-¿Compones algo de lo que cantas?

-Sí. De hecho, el tema que está sonando ahora en la novela sobre la trama de Shirley y Lucho (“Corazón ciego”) es mío. Puede descargarse en tumbaomusic.net.

-¿Hay algún proyecto musical en puerta?

-El proyecto musical de Mariaca viene. Yo hubiese querido terminarlo este año, pero ha sido imposible con la novela. Sería muy osado de mi parte cerrar el espectro y decirte que va a ser de baladas, porque quiero que contenga una fusión de ritmos. Estudié percusión y tengo un poco de afición con el tema étnico. Más allá de que sea balada, pop, jazz o blues, lo que quiero es que los temas se parezcan a mí.

-Tienes un proyecto teatral junto a Luigi Sciamanna llamado Un informe sobre la banalidad del amor, que se estrena en enero de 2011. ¿Qué nos puedes contar sobre eso?

-Es un súper proyecto. Estoy muy emocionada porque tenemos más de un año queriendo montarlo y, por razones ajenas a la voluntad de ambos, se ha ido posponiendo. Luego Luigi protagonizó la película Reverón y tuvo que parar, pero finalmente estamos ensayando para enero. Es una obra muy dura, muy intensa, pero muy hermosa. Pertenece al periodista y dramaturgo argentino Mario Diament. Trata de la relación secreta que mantuvo el filósofo Martín Heidegger con Hannah Arendt, una judía que se convirtió en una pensadora política y filósofa también. Es interesante ver cómo se desarrolla la relación entre una persona del partido nazi en la preguerra, la Guerra y la postguerra y una judía. Además, él era un hombre casado. Mi trabajo de investigación acerca de ese personaje ha sido maravilloso, porque me he encontrado con una heroína, una librepensadora que iba contra la corriente hace muchísimo tiempo. He aprendido mucho de lo poco egocentrista que era. Ella amaba por sobre todas las cosas a Heidegger, pese a que era consciente de las cosas que estaban pasando. Creo que la obra está muy a lugar con respecto a la situación del país. Ese montaje tiene muchas cosas que decir hoy en día y aquí, en Venezuela.

-Actualmente, pasa algo muy particular con el teatro en el país. Cada vez hay una oferta mayor de obras y de temática muy variada. Y pese a que se han cerrado muchos espacios, se han abierto otros alternativos. ¿Cuál crees que sea la responsabilidad social que tienen los actores ahora?

-Creo que la razón de que se estén generando tantas obras de teatro y de que la cartelera teatral sea más grande que la de cine es consecuencia del cierre de un canal de televisión. La crisis de los actores es una cosa palpable. Necesitan trabajar, y si no tienen espacio de trabajo y hay sólo una telenovela al aire, ¿dónde ejercen? Por un lado es una cosa muy negativa, pero por el otro ha dado resultados positivos. Es una contracurva. Creo que la responsabilidad que tenemos como actores es escoger obras que realmente tengan contenido, que tengan cosas que decirle al público y a esta sociedad. Que no nos quedemos nada más en lo comercial y en la comedia ligera, sino que también hurguemos en temas políticos y sociales. El teatro siempre ha sido un espacio para decir cosas, para expresar y protestar. No se debe perder ni banalizar ese espacio. Si presentamos mejores obras, la gente irá a ver algo superior. Así se crea a un público más exigente.

Mariaca tras bastidores

-¿Cuál es el secreto para cuidar tu piel?

-Fíjate que no me obsesiono para nada con lo físico, el único tema que tengo es con la piel. Me cuido mucho, uso muchas cremas, especialmente para el rostro. Además, hago mucho ejercicio. Entreno muy duro tres veces por semana, y creo que eso la oxigena mucho. También me hidrato y como muy bien. Aunque como de todo, lo hago muy sano.

-¿Qué cosa logra sacarte una sonrisa?

-Me gusta la gente con mucho sentido del humor. No creo que sea difícil sacarme una sonrisa, porque estoy siempre dispuesta a eso. Me agradan las personas ocurrentes e inteligentes.

-¿Qué placer conservas desde que eras pequeña?

-Desde que soy chiquita juego básquet. Tengo mi pelota y, cuando tengo oportunidad, me voy a una cancha y juego. Es algo poco convencional para una mujer, pero sí, lo hago todavía. También disfruto comer, sanamente, pero en cantidades industriales. Para mí, salir a un restaurante es el mayor placer, y eso ha sido así desde que soy chiquita.

-Un viaje inolvidable…

-Alguna vez hice un viaje a Europa con mis hermanas durante 21 días, tipo mochileras. Fue una experiencia preciosa. Fui con mis tres hermanas más cuatro amigas. Éramos ocho mujeres dando vueltas por allí y fue maravilloso. También tuve la oportunidad de hacer un viaje para Argentina hace muy poco. Fue corto, pero mágico. Me gusta viajar y he tenido la oportunidad de dar vuelticas por allí.

-Un personaje que desees interpretar…

-Nunca me he puesto a ver qué personaje como tal. Siempre que implique para mí un reto, como lo son Hannah Arendt o la popular Shirley, va a ser interesante para mí. Me gusta que exija bastante, que no se parezca a mí. Ya he hecho muchos personajes que tienen mucho en común conmigo. Mientras más distinto, mejor. Sí me gustaría ser, de repente, una tipa muy atormentada, que viaje por una oscuridad que no he transitado. Eso me haría ser mejor actriz y me haría ampliar el espectro.

-¿Magallanera por convicción o tradición familiar?

-Bueno, eso viene por tradición familiar, pero ya forma parte de mí (risas). Soy magallanerisísima.

-¿Compartes con Shirley el gusto por las hamburguesas “4×4”?

-Claro que me encantan, lo que pasa es que ya no lo hago. Cuando era chama, me iba para la Calle del Hambre a comer pepitos y hamburguesas. Me comía dos hamburguesotas. Ya no puedo hacer eso porque asimilo un poco más la comida (risas).

-¿Qué sueles comer en Navidad?

-En Navidad sí me doy licencia para comer de todo. Me gusta la comida navideña. Me ha tocado vivir las últimas navidades fuera del país porque mi familia no vive aquí. Así que no hay tantas hallacas como quisiera, pero igual es una comedera.

-¿Cuál ha sido el regalo más inesperado que has recibido en esta época?

-Mis papás siempre me han dado sorpresas y todavía juegan al Niño Jesús. Cuando paso las navidades con ellos, me levanto en las mañanas y encuentro un regalote. Creo que esa siempre es una sorpresa hermosa.

-¿Qué le pedirías al Niño Jesús?

-Qué le pediría… definitivamente, no algo material, sino un milagrito para este país. Me gusta mucho vivir aquí, ser venezolana, pero lamento que la vida aquí se haga tan dura. Que la calidad de ésta haya desmejorado tanto por la inseguridad y la crisis política. Yo pediría un mejor futuro para Venezuela.

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