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Pasó 333 años en el fondo del mar El barco sueco Vasa cuenta su historia

Conozca esta nave, hundida en 1628, cuya estructura es el único testimonio original del arte de la construcción naval del siglo XVII

Texto y Fotografía: María Ángeles Octavio

La travesía del Vasa sólo duró unos minutos. Su destino era luchar por Suecia y ganar territorios. Sin embargo, se hundió sin haber disparado ni uno de sus 64 cañones — la mayoría de 24 libras — en batalla.

El Vasa nació para ser uno de los mejores navíos de la flota sueca. El país escandinavo tenía alrededor de 20 buques de guerra, pero ninguno llevaba tantos poderosos cañones como el Vasa. Su destino era navegar por Polonia, el mayor enemigo de Suecia. El primero estaba gobernado por el rey Segismundo, primo del rey Gustavo Adolfo II de Suecia. Durante un tiempo, Segismundo fue regente de Suecia, pero fue destronado por practicar el catolicismo. Las pugnas entre ambos países eran fuertes y de larga data.

Así, durante la Guerra de los Treinta Años, el rey de Suecia y una multitud de ciudadanos despidieron al buque de guerra más grande y lujoso para la época en el puerto de Estocolmo. Fue el 10 de agosto de 1628. Para celebrar tan solemne ocasión, se dispararon salvas de honor desde los cañones. Cuando el buque surcaba pausadamente hacia la boca del puerto, una repentina ráfaga de viento comenzó a soplar. El Vasa se escoró, pero logró corregir su rumbo. Una segunda ráfaga golpeó el costado del barco. El agua comenzó a entrar por las cañoneras y la nave se fue a pique. Murieron casi 50 tripulantes de los 150 que componían la tripulación. El Vasa tardó 333 años en volver a ver la luz.

La construcción del Vasa

La embarcación se erigió en Estocolmo, bajo la supervisión del constructor naval holandés Henrik Hybertsson. Lo ayudaron en la tarea carpinteros, ensambladores, escultores, pintores, vidrieros, maestros veleros, herreros y otros artesanos. Unas 400 personas trabajaron juntas en el Vasa.

El barco se construyó por orden de Gustavo Adolfo II, rey de Suecia. Su fabricación duró unos dos años. El barco tenía tres palos, podía llevar hasta 10 velas, medía 52 metros de la punta del palo mayor a la quilla y 69 metros de proa a popa, y pesaba 1200 toneladas. Cuando se terminó, fue el navío de guerra más poderoso jamás construido.

Actualmente, podemos calcular a la perfección cómo diseñar un barco para que sea apto para la navegación. En el siglo XVII, se usaban tablas de dimensiones que habían funcionado bien con anterioridad. Mediante documentos de la época, se sabe que los planos del Vasa se modificaron una vez comenzado el trabajo.

El rey quería más cañones de lo habitual a bordo, lo que significaba que las medidas del barco ya no eran las adecuadas. Por esta razón se construyó con una superestructura muy alta, con dos cubiertas para cañones. El fondo del buque se llenó con piedras para el contrapeso en el agua. Sin embargo, el Vasa era demasiado pesado en la parte superior y las 1.200 toneladas de lastre no fueron suficientes. Esto demuestra cómo los deseos de un rey pueden haber sido la causa de la tragedia del Vasa.

El hallazgo

Anders Franzén, un investigador particular, comenzó a buscar el Vasa a principios de la década de los años cincuenta. Desde que era un niño, se había sentido fascinado por los restos que había cerca de la casa de sus padres en el archipiélago de Estocolmo. Franzén comprendió la importancia de este descubrimiento y en 1956 redescubrió el Vasa. Logró encontrarlo gracias a una pequeña sonda casera, en cuya punta había un tubo de corte que pudo sacar un trozo de roble de este barco. El hallazgo fue confirmado por un buzo llamado Edvin cuando, en su inmersión, fue descubriendo las troneras del Vasa y la buena conservación de su casco.

La empresa sueca de salvamento Neptuno ejecutó el proyecto para reflotar el Vasa. Con este fin, tendió gruesos cables por debajo del casco hundido y los sujetó en pontones llenos de agua que, al ser vaciados por bombeo, fueron ascendiendo, tensaron los cables y sacaron al Vasa del fondo. Se necesitaron dos años para colocar los cables. Hubo que taponar las troneras y meter miles de tacos en los agujeros donde habían estado cabillas de hierro oxidadas.

Finalmente, el Vasa fue reflotado el 24 de abril de 1961. Toda Suecia presenció, a través de la radio y la televisión, como después de 333 años de estar en el fondo la nave aparecía a la luz del día, como si fuera un Dios mitológico.

Luego vino el trabajo arqueológico de explorar debajo del lugar donde fue encontrado el barco. Se registraron más de 3.000 piezas hasta llegar a 15.000 que totalizaron el proyecto de restauración. En el mascarón del Vasa hay 20 figuras de emperadores romanos, las cuales conforman un impresionante conjunto de color en madera tallada.

¿Cómo pudo conservarse tan bien?

Al haberse hundido en el mar Báltico, el buque se conservó gracias a que estas aguas son bajas en sal y a que el molusco Broma, que se pega a las maderas sumergidas y las come, no sobrevive en ellas. La concentración de salinidad alcanza la media de 6%, muy baja si la comparamos con la media del océano, que es de 35%. Y qué decir si lo hacemos con el Mar Muerto, con 330%.

La explicación es sencilla: debido a su alta latitud, el agua difícilmente se evapora y el aporte de agua dulce es enorme, gracias a la gran cantidad de ríos que desembocan en este mar. Además, las numerosas lluvias hacen de esta zona un ecosistema semidulce único. La comunicación con el océano es muy estrecha; por lo tanto, la sal llega a sus aguas en poca cantidad.

El cuidado del Vasa es una ardua labor que no termina. Su preservación depende por completo de una atmósfera estable. Mientras estuvo sumergido, los pernos de hierro se oxidaron y ennegrecieron la madera de roble. La contaminación del agua formaba grandes cantidades de sulfuro que penetraron en la madera. Esta sustancia reacciona con el oxígeno, lo que provoca la formación de ácido sulfúrico. El ácido ataca la madera, aunque no es nocivo para los visitantes del museo. Por lo tanto, la investigación para la conservación del Vasa sigue en marcha.

Al principio se roció el Vasa con agua mientras los expertos dilucidaban la mejor manera de mantenerlo. Se eligió como conservante el polietileno glicol, un producto ceroso soluble en agua que penetra lentamente en la madera y reemplaza al líquido. Se roció con esta solución durante varios años las 24 horas del día.

Museo Vasa

Es un museo que está al borde del agua. El Vasamuseet, como se llama en sueco, es obra del arquitecto español Rafael Moneo. Guarda en su interior el barco Vasa, un tesoro artístico y uno de los monumentos más visitados del mundo. El museo abrió sus puertas en 1990 y está situado en la isla de Djurgårdsvägen, cerca del parque Gröna Lund, el primero de los parques de atracciones en el planeta. Si se asoma a una de las ventanas del museo, podrá ver el lugar donde estaba el astillero en el que fue construida la embarcación, el lugar desde el que zarpó y, a una milla, el lugar donde se hundió.

Este espacio fue diseñado y construido para el barco Vasa, por lo que todo en su interior funciona a su alrededor. En el centro está el buque y tiene tres pisos que lo rodean. En cada uno podrá encontrar nueve exposiciones relacionadas. Hay una muy interesante en la que se ve la cronología de la conservación del barco. En otra se encuentra una réplica de la cubierta de los cañones en la que se pueden tocar y hasta pretender que se dispara. Hay una simulación de la vida que nunca ocurrió dentro del barco donde están los objetos que se recuperaron del naufragio: zapatos, prendas, vasijas y cadáveres. El museo tiene una tienda en la que se puede encontrar de todo y un restaurante de primera categoría. La película acerca del Vasa se puede ver en 16 idiomas distintos.

Para el Vasa, el tiempo se detuvo. Lo que encontraron en 1961 es una joya intacta del siglo XVII. Cada uno de los miles de objetos que se recuperaron cuenta una historia.

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